Este 31 de marzo se termina una época. Una época donde los y las hinchas dejamos muchas cosas de lado para pagar la deuda de López. El camino fue largo, pero el esfuerzo de todos y todas valió la pena.
En 2008, luego de haber dado la lucha para que hubiera elecciones, había que tener la valentía de enfrentarse a un nuevo problema: gobernar sin dinero y con una deuda aplastante como nunca antes, ni después. El número es equivalente a fundir un club: entre 4.000 y 6.500 millones de pesos (a moneda de hoy, según el tipo de cambio que se emplee, dólar oficial o dólar MEP).
Para contrastar con esto, vale una anécdota. El día de las elecciones se cobraron cuotas en efectivo a los socios que llegaban a votar. Ese mismo día, antes de terminar de contar los votos, López y sus cómplices se habían ido con la plata de la caja, dejando $0 y computadoras rotas.
Hay que tener mucha valentía para enfrentarse a eso, porque con ese escenario nada puede ser fácil. Ni el futuro a corto plazo puede ser promisorio.
La hinchada de Newell’s, en una muestra más de su resiliencia, ha tenido el coraje suficiente para enfrentar ese desafío. De arranque, bancarnos que apenas llegados al club hubieran jugadores y técnicos que nos enjuicien, en connivencia con Eduardo I, que ya había salido pero seguía metiendo la cola.
Este era el escenario:
Sin un peso para arreglar el club
Sin un peso para reforzar el plantel
Sin un peso para dar un giro rápidamente y que la salida se vea fácil.
Todo lo contrario: lluvia de juicios creados por la gestión de Eduardo I.
Los socios y socias nos tuvimos que aguantar tener menos instalaciones de las que merecíamos, menos nivel futbolístico del que estábamos acostumbrados cuando Griffa conducía los destinos de las inferiores hasta verse echado, menos recursos para poner al club de pie. Todo eso para poder hacer frente a una deuda ilegítima, producto de la corrupción. Fue así que los y las hinchas nos acercamos para reparar el club, a pintar, a ayudar. Eso es de valientes. Igual de valientes habíamos sido al recuperar el club. De ver que alguien rompió tu casa, no soportarlo y sobreponerse, hacer algo con lo ocurrido.
Pero el club tiene cargos formales que se eligen en elecciones. Y de allí salen decisiones que influyen en su destino. Y responsabilidades que de no haber sido asumidas podrían haber terminado con Newell’s sin su sede del parque o en la B.
Fue allí que Guillermo Lorente puso la cara y la gestión para hacerse cargo de, primero devolver la normalidad y luego encaminar el desendeudamiento. Porque todo era muy lindo, pero a partir del primer día de gestión comienzan a llover las puteadas y nadie te perdona nada. Sabido es que si tenés que cuidar el dinero, no llueven los halagos. Bancamos este proceso desde el primer día y queremos reconocer el coraje de Guillermo Lorente de poner la cara y el cuerpo cuando no sobraban los valientes. Este proceso supo dar lugar al hincha para bancar la remontada y gestionar la pobreza para ir de a poco saneando. La responsabilidad fue tan grande que poner el cuerpo le costó salud, y no seremos nosotros quienes lo olvidemos.
Todo lo contrario fueron las gestiones de Jorge Ricobelli y Eduardo Bermúdez o Eduardo II. Ricobelli llegó al poder y decidió enfocarse más en su carrera personal que en continuar el proceso virtuoso de Lorente. Descarriló, tomó un sinfín de malas decisiones y nos dejó una economía del despilfarro y endeudada. Por su parte, Eduardo II comenzó con el gran negociado que todos le imputamos, luego siguió con la falta de planificación y culminó con los cheques rebotando. Otra vez, la deuda del fideicomiso sin bajar y la nueva creciendo (y no pagando los vencimientos).
¡En buena hora quedó a un costado Bermúdez! Si no, esto hubiera tenido el mismo destino trágico que antes mencionamos. Hubo dirigentes que tuvieron otra vez que tomar el rol antipático que mencionamos al principio: volver a sentarse sobre la caja, que no se gaste de más, que no se despilfarre, aunque eso no traiga votos, aunque parezca antipático.
Eso sin dudas significó pararse de manos contra Eduardo II para que no siga haciendo de las suyas. Así se pagó una gran parte del total de la deuda en este período. El período conducido por Cristian D'Amico, sin dudas, va a quedar como el período en que Newell´s terminó con la deuda de López pero para hacerlo tuvo que terminar con el déficit de Bermúdez. Aunque pagar varios millones de dólares haya dejado dinero apenas para hacer algunas obras y no todas las necesarias, siempre estuvimos de acuerdo con crecer patrimonialmente, pero también con el desendeudamiento y la capitalización del club. Por eso apoyamos los ahorros, que siempre atraen pocas felicitaciones, porque eso hacen los dirigentes.
Las encrucijadas no son entre algo lindo y algo feo; todos elegiríamos lo lindo. Se trata de elegir entre dos cosas duras: usar la plata para pagar deuda o para fútbol. Gestionar esa dicotomía con responsabilidad hace que hoy podamos decir que en el futuro, el dinero debe ir a más obras y a inversiones deportivas, porque el club está saneado y ahora dispondrá de algún dinero más que habrá que hacer crecer.
La lucha por recuperar el club tuvo que tener su correlato dirigencial y por suerte lo tuvo. No todos actuaron bien, tanto hinchas como dirigentes, pero vale la pena recordar cómo fue el camino y reconocer quienes sostuvieron una política durante más de una década. Tanto hinchas como dirigentes, hoy merecen un aplauso, porque las palabras se las lleva el viento, pero a los hechos hay que valorarlos porque están ahí, y son la base del futuro, la posibilidad de construir sobre esos cimientos un Newell’s cada vez más grande. Cuando alguien venga a querer tirar abajo lo construido con tanto esfuerzo, hay que decirle solamente que acá somos de Newell’s y lo que conseguimos juntos, lo cuidamos juntos.
Felicitaciones, en primer lugar las y los hinchas que nos bancamos los momentos duros para que vengan los buenos. En segundo lugar a los dirigentes que condujeron los períodos en los cuales nos desendeudamos, Guillermo Lorente y Cristian Damico.
Apostamos por un Newell’s donde prime la valentía de los hinchas y las políticas de largo plazo, para que nunca vuelvan los espejitos de colores que interrumpen los logros deportivos y nos dejan deudas que duran décadas y cuestan sangre, sudor y lágrimas.
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